Depeche Mode dio concierto perfecto en LA
El grupo se presentó en el primero de los tres conciertos que llevarán a cabo.
Fuente. Josep Parera/laopinion.com
La noche del sábado en los alrededores del Downtown de la ciudad, dos conciertos rivalizaron por la atención del público latino.
Si bien uno parecía mayoritariamente enfocado hacia ese demográfico —el de Marc Anthony en el Nokia Theatre—, el otro —el de Depeche Mode en el Staples Center— demostró una vez más la atracción que esta banda inglesa —al igual que otras de similares intereses, como The Cure o Pet Shop Boys— ejerce entre las audiencias hispanas, que formaban parte en un número considerable de los casi 20,000 espectadores que acudieron al hogar de los Lakers.
El motivo fue la presentación de su nueva gira, The Delta Machine Tour, que coincide con el reciente lanzamiento de su nuevo álbum, titulado precisamente The Delta Machine, no exactamente uno de los más logrados de su carrera, pero que sí contiene temas de interés, como Heaven, Angel o Welcome to My World.
Curiosamente, son tres de las cuatro cuatro canciones del álbum que interpretaron durante las alrededor de dos horas de show.
Todo inició con ésta última, dejando claro que el derroche de energía —por parte de su cantante, Dave Gahan, contorsionándose y bailando como si 1981 hubiera sido ayer— y el cuarteto de músicos —entre ellos el indispensable Martin Gore, apoyado por los también veteranos de la banda Alan Wilder y Andy Fletcher— iba a ser la constante a lo largo de la actuación.
Y en eso no defraudaron. De hecho, no defraudaron en nada. Se trató, simplemente, de un concierto perfecto.
Y cómo no podía ser así, si interpretaron clásicos de la música contemporánea como Walking in My Shoes, Precious, Black Celebration, APolicy of Truth, Enjoy the Silence y Personal Jesus…
Con el apoyo de Gore en temas acústicos, como But Not Tonight en instantes en que Gahan se retiró momentáneamente del escenario, Depeche Mode hizo gala de un extraordinario poder de convicción sonora y escénica: desde un empleo exquisito de las fuentes visuales, hasta un sonido que supo balancear las necesidades de un gran local con la apreciación por cada uno de los instrumentos y, por supuesto, la voz de su líder, que sigue siendo seductora, provocadora y melodiosa.
Nada durante la velada resultó abrumador. Tan solo la excelencia del conjunto.